Emigración
médica, un problema
Publicado en EL MUNDO, 4-02-05 |
Dr. D. Juan Benedito Alberola
Presidente
del SIMAP (Sindicato de Médicos de Asistencia Pública)
Es
preocupante que las corporaciones y fundaciones españolas que pretenden
monopolizar la representatividad de los médicos (ya por la obligatoriedad de
adscripción a los mismos para poder trabajar, ya por su amarillismo y las
prebendas que ello les proporciona) quieran convertir a nuestro país en
exportador de médicos hacia el resto de la Unión Europea, y quieran mostrar
esto como una solución a la inestabilidad laboral del colectivo médico español.
En
sentido contrario otras instituciones se han planteado la cuestión de si
nuestro país podría convertirse en un receptor de médicos de los nuevos países
incorporados a la Unión Europea y con un nivel socioeconómico inferior al
nuestro.
El
SIMAP (Sindicato de Médicos de Asistencia Pública) cumpliendo su función de
defender los intereses de los médicos españoles opina de forma categórica que
no podemos convertirnos en un país exportador de médicos, es decir, que los médicos
no podemos ser un nuevo contingente español de emigrantes.
Y
ello, por los siguientes motivos:
1.-
El sistema MIR español forma excelentes médicos, pero evidentemente con un
coste muy grande a cargo de los presupuestos del Estado. ¿Vamos a subvencionar
la formación de médicos de todos los países de la Unión Europea? ¿Permitiremos
que médicos que han necesitado seis años de licenciatura y cuatro años de
formación a través del sistema MIR (o incluso más) emigren para dar
asistencia a los ciudadanos europeos de otros países?
2.-
En España los problemas de la masificación de las consultas médicas
(reivindicaciones tan mínimas como la de la Plataforma 10 minutos por consulta
en los centros de salud no son
asumidas y las demoras de horas en las puertas de urgencias de los hospitales
para ser atendidos no son solucionadas), de las listas de espera y de los
horarios laborales indefinidos de los médicos (para contrarrestar la nula
ampliación de plantillas necesarias para proporcionar una correcta
asistencia) así como la utilización de forma sistemática del personal MIR en
formación para funciones propias del personal de plantilla para suplir la
insuficiencia numérica del mismo, condicionan que, sin resolverlos previamente,
no sea moral decir que la solución profesional al paro médico sea la emigración
a otros países.
3.-
La información que se proporciona a las personas que aceptan trasladarse a
otros países no es lo suficientemente clara: los mayores sueldos se
contrarrestan con el mayor índice de coste de vida del país receptor, los
puestos de trabajo a ocupar son los que no desean los profesionales nativos
(puertas de urgencias de hospitales públicos, centros de salud de zonas rurales
aisladas). Como anécdota cabe reseñar que en el Reino Unido de la Gran Bretaña
se ha optado por el médico de familia español vía MIR, blanco y europeo para
las zonas rurales en sustitución de los médicos del antiguo imperio británico
que son peor aceptados por la población británica (los Spanish General
Practitioners han sustituido a los médicos de India y Pakistán con la
premisa: "Médicos para las zonas marginales a mitad de precio"). O
como otra anécdota las ofertas de trabajo en Suecia para centros de salud en
zonas rurales aisladas, con unas condiciones climatológicas extremas y con la
necesidad de aprender los diferentes idiomas de este país (ya que el paciente
tiene reconocido el derecho a ser atendido por un médico que hable su propia
lengua).
En conclusión, la emigración médica no sólo no es la solución al paro médico, sino que también agrava la masificada asistencia sanitaria del sistema público. Un médico español formado por el sistema MIR es “una joya” que debe ser valorada en su justo precio. La hemos pagado todos los contribuyentes españoles.