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En defensa de los médicos de la red
pública
Amparo Moret García
Médico Anestesiólogo Delegada Sindical del SIMAP en Alicante
Artículo publicado en INFORMACIÓN de
Alicante el 13 de Mayo de 2006
Señor director: hace unos días este
diario publicó una esquela en la que directamente se atribuía el fallecimiento
de la persona a la falta de ética del médico que le atendió.
Su lectura me dejó estupefacta, por
ello me dirijo a usted desde el derecho que me asiste para expresarle libremente
mi opinión y en mi calidad de representante de mis compañeros, por mi condición
de delegada del SIMAP (Sindicato de Médicos de Asistencia Pública) en el
Hospital General de Alicante, en que se produjo el citado óbito.
Al abandonar la facultad, antes de
incorporamos a nuestro ejercicio profesional realizamos virtualmente el
juramento hipocrático (en la actualidad nuestro compromiso bioético), recitando
literalmente: “Y me serviré, según mi capacidad y mi criterio, del régimen que
tienda al beneficio de los enfermos, pero me abstendré de cuanto lleve consigo
perjuicio o afán de dañar”.
Solamente una persona de mente
enferma puede ser capaz de actuar faltando a dicho compromiso.
La Sanidad Pública, nuestra sanidad,
no merece que sus profesionales sean tildados públicamente de inmorales e
irresponsables; nuestra dedicación, en un trabajo de servicio permanente, nos
obliga a disfrutar de los días de descanso y vacaciones, a cambio de que
nuestros compañeros dupliquen su trabajo y nos sustituyan, además con nuestras
jornadas obligatorias en turnos de hasta 24 horas, se ofrece una atención
continua a los ciudadanos.
La estructuración de los hospitales
públicos, en servicios y secciones, permite que, aunque la atención de un
paciente sea realizada personalmente por un facultativo al constituir un equipo
de trabajo, pueda otro compañero realizar el seguimiento del mismo durante su
ausencia por libranza u otra causa, recibiendo así el enfermo una atención
permanente.
Ante una supuesta negligencia o
mala praxis, en el Estado de Derecho que nos asiste, existen los cauces
reglamentarios para esclarecer los hechos y depurar las responsabilidades. Los
tribunales de Justicia, son los encargados de juzgar y emitir sentencia,
mientras tanto pienso que es de justicia mantener la presunción de inocencia,
algo que la ley contempla de forma global, sin exclusión de los mayores
criminales, en tanto no se demuestre lo contrario.
La Sanidad es un servicio del que
todos vamos a necesitar más pronto o más tarde, desprestigiarla en la persona de
sus profesionales, es un grave error, porque sólo crea desconfianza y
desorientación, y eso no deberíamos permitirlo, por el bien de todos; la
apreciación de irregularidades, abusos o cualquier otra circunstancia, no debe
ser tapada y enmascarada, pero se debe actuar en base a unas normas de respeto,
que son las que permiten y regulan la normal convivencia de los ciudadanos.
Nuestro modelo sanitario no es
perfecto, aun cuando goza de un reconocimiento internacional incuestionablemente
merecido, los profesionales tampoco lo somos, mientras tanto, dejemos las
sentencias para los jueces. Solamente desde un profundo dolor podemos comprender
y perdonar semejante calumnia.
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