Publicado en Levante EMV el 14 de Agosto de 2012.
Ha surgido en la prensa de los últimos días una serie de comentarios a raíz de
un documento de consenso departamental sobre el uso racional de los
hipolipemiantes. El SIMAP (sindicato de médicos de asistencia pública) ha
considerado necesario matizar la información vertida en los medios de
comunicación.
La coalición Compromís ha expresado su protesta ante la posible restricción del
tratamiento a pacientes con hiperlipemia. Las fuentes que ha consultado dicho
grupo parlamentario han afirmado que “quien ha tomado la decisión se ha saltado
todas las normas y la evidencia científica actual", y que resulta “una
barbaridad que pone en riesgo la salud de muchos pacientes".
En nuestra opinión, estas afirmaciones no se sustentan. Desde el punto de vista
de la literatura científica, hay pruebas (evidencias) robustas sobre los valores
de colesterol total y colesterol LDL que requieren el inicio de tratamiento
farmacológico para los casos de prevención secundaria, es decir, en pacientes
que han sufrido una enfermedad cardiovascular, o cuando hay factores que suponen
un alto riesgo. Pero resulta menos claro cuándo iniciar tratamiento en
prevención primaria si el riesgo cardiovascular es mínimo. En estos casos, el
grado de evidencia suele ser secundario a consenso de expertos y se insiste en
la importancia de medidas no farmacológicas y en la evaluación global del estado
de salud y del riesgo cardiovascular del paciente antes de tomar la decisión de
iniciar un medicamento que tiene un coste y unos posibles efectos secundarios.
Hay guías que no ofrecen cifras absolutas de colesterol total para el inicio del
tratamiento farmacológico y se basan en el nivel del riesgo e incluso existe
autores que cuestionan la utilidad del colesterol LDL en estos casos, por falta
de pruebas (evidencias) sustantivas. Hay guías pendientes de publicación (la
norteamericana ATP IV), pero las cifras que aporta el documento de la Agencia
Valenciana de Salud se encuentran incluidas en las actualmente vigentes como las
del País Vasco y en las del cono sur americano, para no citar siempre las del
mundo anglosajón. Por otro lado, la utilización de la escala SCORE en vez de la
Framingham para el grupo poblacional europeo está también reflejado en las guías
europeas desde hace años, ya que expresa mucho mejor el riesgo cardiovascular de
la población europea.
El documento comentado se engarza dentro del programa REFAR (Proyecto de
Revisión y Mejora de la Farmacoterapia de Crónicos y Polimedicados) de la
Dirección General de Farmacia de la Conselleria de Sanitat. Dicho programa, como
su propio nombre indica, presenta objetivos muy interesantes y en los que todos
los médicos estaríamos de acuerdo.
En definitiva, estas recomendaciones del documento no se apartan de lo que se
considera aceptable hoy en día. Pero, al final, conviene recordar que la
Conselleria de Sanitat puede hacer recomendaciones pero el criterio de
tratamiento es exclusivo del médico.
Desde el SIMAP plantearíamos dos cuestiones. Primera, que el programa REFAS
debería haber sido publicitado e informado de su contendido entre los
profesionales sanitarios mucho más de lo que se ha hecho. En estas dos últimas
décadas es una costumbre habitual la falta de información que llega a los
facultativos por parte de la Agencia Valenciana de Salud y no destaca el diálogo
y planteamiento de propuestas en una dinámica de flujo abajo-arriba. Y segunda:
es necesario mantener un grado de actualización científica óptima por parte de
los médicos (responsabilidad que la administración cedió en su mayor parte a las
sociedades científicas sustentadas por la industria farmacéutica con el
conflicto de intereses subsiguiente). Pero para conseguir un uso racional del
medicamento y que sea coste-efectivo, también hace falta disponer de tiempo para
escuchar, hablar y explorar a los pacientes, y tras evaluar todos los datos con
la experiencia propia y la información científica, actuar de la mejor forma para
prevenir y combatir la enfermedad. Y son tan importantes las guías de consenso,
como herramientas en el juicio clínico, como disponer de los medios para que
puedan ser aplicadas. Hace falta tiempo para esa actividad tan importante y tan
cara. Hace falta tiempo. Sin tiempo no hay medicina. Es verdad, señores gestores
sanitarios, métanselo en la cabeza. Así salvaran vidas y ahorrarán recursos.
Blas Bernácer Alpera
Médico Internista. Delegado sindical del SIMAP.