LOS
MÉDICOS DE LA SANIDAD PÚBLICA NO PODEMOS SEGUIR ASÍ
Presidente del SIMAP
(Sindicato de Médicos de Asistencia Pública)
La reforma de la asistencia sanitaria a la población española iniciada por la Ley General de Sanidad de 1986 en tiempos del ministro socialista Ernest Lluch, ha condicionado un cambio sustancial. Hemos pasado prácticamente de un antiguo sistema de beneficencia a un moderno Sistema Nacional de Salud (SNS) tan universal, tan equitativo y tan accesible que los ciudadanos damos como normal lo que requiere un gran esfuerzo presupuestario, y, por tanto, no valoramos lo que se nos ofrece. Y tenemos tan alto nivel tanto en calidad como en cantidad de prestaciones farmacéuticas y no farmacéuticas que ejercemos un “efecto llamada” sobre los ciudadanos de la Unión Europea (incluso de los del núcleo inicial de la misma) y sobre ciudadanos extracomunitarios, que acuden con o sin pleno derecho, con o sin papeles, a recibir los beneficios de nuestro SNS. Con gran esfuerzo presupuestario, que sale de los impuestos de todos los españoles, incluso en algunos aspectos como el Programa de Transplantes o como la casi gratuidad de la Prestación Farmacéutica, somos ser el número uno mundial.
Las loanzas a nuestro SNS son unánimes y repetidas, por lo que no cabe incidir en ellas. Sin embargo, podemos introducir preguntas para suscitar la polémica, como, ¿es mejor para la población nuestro sistema basado en un SNS que la Sanidad tipo USA basada en el mercado liberal? ¿Es imprescindible ser el número uno mundial en algunos aspectos?.
Pero el motivo de nuestra tribuna es otro. Al ser los recursos limitados todo este brillante edificio se ha construido utilizando como esponja que todo lo absorbe a los profesionales de la Medicina. En concreto hay tres aspectos que ilustran el tema:
A) Reducir el prestigio social de la profesión. Se quiso destruir el “poder médico”, y con evidente cobardía se dejaron intactos los reductos de la medicina que no creían en la Sanidad Pública y se dieron vueltas de tuerca ad infinitum sobre los nuevos médicos jóvenes con la certeza de que nunca se pasaría de rosca y que éstos nunca provocarían una revuelta.
B) Convertir en asalariados a los médicos de la Sanidad Pública con niveles retributivos muy bajos para lo que cuesta llegar a ser médico. Somos los más listos (las notas de selectividad para acceder a los estudios de medicina son las más altas) y somos los más esforzados (el sistema MIR con su oposición de acceso y su tiempo de trabajo es de una dureza sin comparación). ¿Qué les molesta más de estas dos circunstancias? Y encima utilizando como opio adormecedor la idea falsa de que horas de guardia a bajo precio ilimitadas y obligatorias compensan el jornal.
C) Establecer unas condiciones de trabajo tan aterradoras que sonroja enumerarlas y decir al mismo tiempo que no se ha producido ninguna reacción contra las mismas. Aquí juega un papel decisivo la existencia de ese reducto de médicos que ejercen de guardia pretoriana de la Administración pagados con el mantenimiento de sus prebendas. En este apartado citaremos:
1) La jornada anual máxima del médico público español es la máxima permitida por la Unión Europea. Según documentos del Ministerio de Sanidad y de las Comunidades Autónomas, 48 semanas por 48 horas, 2304 horas anuales y 329 jornadas de 7 horas (para el resto de trabajadores de la Sanidad, 1596 horas anuales y 228 jornadas de 7 horas). Para este cálculo, el mes de vacaciones es siempre equivalente a febrero, 4 semanas o 28 días. Cada reducción de jornada ordinaria es un perjuicio para el médico español, pues como el total anual nunca baja, pasa a realizar más horas de jornada complementaria retribuidas a la mitad que las de su jornada ordinaria, independientemente de que sean nocturnas o en días festivos. Pero como ni esto se respeta, hay que acudir a los tribunales de justicia, con resultado diverso, para obtener algún derecho objetivo.
2) Las indispensables guardias para mantener la asistencia sanitaria a la población 24 horas al día los 365 días al año se realizan obligatoriamente además de la jornada ordinaria, y no en vez de la misma.
3) Los médicos que realizan su jornada ordinaria y, además guardias no son considerados trabajadores a turnos, incumpliendo la Sentencia del Tribunal de Luxemburgo en el Asunto SIMAP.
4) La protección a la maternidad de la mujer médico española debe conseguirse con actitudes heroicas en contra de abusos, coacciones y chantajes. En la época MIR incluso en el actual Borrador del Ministerio de Sanidad se lanza un lenguaje subliminal de que periodo MIR y maternidad son incompatibles (6 M = Mujer, Médico, Madre, MIR, Muy Mal). En la época de especialista en numerosas ocasiones somos los compañeros varones los que tenemos que posibilitar la realización de estos derechos con aportación personal de nuestro trabajo suplementario (4 M = Mujer, Médico, Madre, Mal).
5) La conciliación de la vida familiar y profesional es muy difícil para los médicos varones e imposible para las mujeres médico.
6) La exención de guardias por motivos de salud o de edad es tarea de titanes para los médicos asistenciales, no así para la paramedicina gestora o para la guardia pretoriana con condiciones laborales prerreforma que no realizan guardias como pago a sus servicios.
7) Las mujeres médicos embarazadas no pueden realizar trabajo nocturno, pues la ciencia médica ya ha demostrado que causa graves perjuicios tanto a la madre como al feto. Sin embargo, se presiona para que continúen haciendo guardias con diversos argumentos, entre ellos el económico, pues a pesar de la obligatoriedad de las guardias, durante el periodo de embarazo si no se realizan no se cobran.
8) Las jornadas de trabajo de las guardias de 17 ó 24 horas continuadas, a veces seguidas de una jornada ordinaria de 7 horas (donde no se aplica la jurisprudencia del del Tribunal de Luxemburgo en el Asunto SIMAP) son inhumanas. El descanso diario de 12 horas es dentro de las 24 horas del día, pues, sino se llamaría descanso postdiario.
9) La eventualidad de los médicos ronda el 25-30% de los que trabajan en la asistencia sanitaria. Hablamos de los médicos que no constan ni en plantilla ni presupuestos. No hablamos de la temporalidad interina, ni de la temporalidad en forma de sustituciones. Hay que estructurar la plantilla de médicos acorde con las necesidades asistenciales.
10) Se nos ha quitado el personal ayudante de nuestras consultas. Ya no tenemos ni ATS ni auxiliar de clínica ni administrativos. Y la burocracia sigue in crescendo.
11) Se nos amenaza desde la Administración diciendo que no se puede hablar de mejoras retributivas de los médicos españoles y se nos coacciona desde los sindicatos más representativos discutiendo con ferocidad que no puede hablarse de incrementos retributivos para los médicos diferentes a los del resto de los trabajadores de la sanidad.
12) Se nos exige en nuestra práctica diaria una actuación impecable, con responsabilidades demandadas ante la justicia y en algunas veces incluso con violencia personal en nuestra actividad cotidiana.
Acabaremos con un ejemplo demoledor sobre todo lo expuesto. En la Administración de Justicia un procedimiento tan frecuente como el lanzamiento de un inquilino por sentencia judicial se realiza en jornada diurna, con desplazamiento en taxi proporcionado por el juzgado, con dos personas (oficial y agente judiciales) y con la presencia de un agente de las fuerzas de seguridad del Estado. En la sanidad española la asistencia domiciliaria de madrugada a las 4 de la mañana se realiza por una médico (debido a la feminización imparable de la medicina) sola, conduciendo tras 20 horas de trabajo continuado, con cansancio y con privación de sueño, vulnerando las normas de seguridad vial con riesgo para ella y para los viandantes, porteando su material de trabajo, aportando su vehículo y su gasolina, acudiendo a una vivienda en un barrio marginal de una gran ciudad (donde los vehículos policiales acuden en situación de máxima alerta), y, por supuesto, el requerimiento de la asistencia se ha efectuado telefónicamente y no se ha verificado si la llamada es auténtica o no. Este trabajo se remunera a 14 euros brutos la hora antes de impuestos. Y se trata de una actividad de gran responsabilidad y que requiere una gran concentración física y psíquica para no equivocarse.
Positivamente hemos de decir que todo tiene solución, y la solución es:
a) Reformar la Ley del Estatuto Marco suprimiendo la jornada complementaria, garantizando el descanso diario y semanal y otorgando la exención de guardias cuando proceda. Introduciendo, además, medidas que fomenten la maternidad del colectivo médico, igual que se hace con el resto de las mujeres españolas.
b) Evitar la publicación de un Decreto del Estatuto del MIR que no garantiza derechos fundamentales. Por ello no debe seguir adelante el actual Borrador que es una patente de corso para la administración sanitaria española y que al mismo tiempo vulnera derechos fundamentales como los sindicales o los de conciliación de la vida familiar y profesional.
En fin, que los autores de los citados textos no nos deben recordar aquella carta de Miguel Hernández a su esposa Josefina Manresa, desde su cárcel franquista en octubre de 1939, en la que le decía “esta gente es más bruta que se puede imaginar”
Los médicos no somos culpables. Así no podemos seguir.