La Conselleria de Sanidad genera estrés a sus facultativos
Ana Sánchez Guerrero
Psicóloga Clínica – Delegada Sindical del SIMAP
Siempre es mala señal que una empresa descuide los riesgos psicosociales de sus trabajadores, pero parece una inadmisible paradoja que la propia Conselleria de Sanidad, encargada de la salud de los ciudadanos, se dedique a generar estrés entre los trabajadores que habrían de proporcionarla. Y eso es, precisamente, lo que ocurre cuando se mantiene a los facultativos, que obtuvieron su plaza por oposición, en la transitoriedad, secuestrados durante años en un lugar de trabajo, sin opción alguna a traslado.
Este es el caso de los psicólogos clínicos que llevan 17 años, la mitad aproximadamente de la vida laboral de cualquier facultativo, sin la menor posibilidad de trasladarse. También es verdad que las cosas no mejoran mucho para el resto de los facultativos especialistas, ya que los traslados son escasos en frecuencia y en número de plazas ofertadas y los destinos son casi siempre fuera de las grandes ciudades.
El malestar que esto provoca en los profesionales puede muy bien calificarse de burnout, una suerte de estrés laboral o síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal, que sucede entre individuos que trabajan con personas (Maslach y Jackson 1986). Vendría a ser el caso típico del trabajador “quemado”, tan frecuente entre sanitarios y docentes.
Cualquier facultativo tras largos años de estudio obtiene la licenciatura y cursa una especialidad, entra con suerte en la administración pública con un contrato temporal y pasarán muchos años hasta acceder a una plaza en propiedad. Las convocatorias de oposición pueden tardar hasta diez años, a diferencia de otras administraciones, como Educación, con convocatorias anuales. Para el especialista en psicología clínica la situación es aún más sangrante, en los más de 20 años que la Generalitat tiene las competencias sanitarias, sólo se han realizado dos oposiciones ordinarias (años 91 y 93) y la extraordinaria del 2003.
Los temporales, ante la escasez de oposiciones, actúan bajo el temor de perder su puesto, de irse al paro, de ser desterrados, de ver mermadas sus posibilidades de acceso a una oposición y trabajar cercanos a su domicilio…Todo ello va generando miedo, que aunque trata de ocultarse, hace a la gente dócil y escasamente reivindicativa ante situaciones de injusticia tan clamorosas, como quedar fuera durante décadas de la carrera profesional, el sistema de incentivación a los profesionales de la sanidad valenciana.
Por fin, llega la anhelada posibilidad de optar a una plaza en propiedad, ya con canas, cargas familiares, desplazamientos por carreteras para llegar al puesto de trabajo… El profesional las prepara como puede y si, por una de aquellas, APRUEBA ¿qué puede esperar si le toca una plaza alejada de su lugar de residencia? O carretera y manta o alquiler de vivienda en el nuevo destino, arrancado de su medio familiar y profesional, desterrado y con la certeza de que allí permanecerá sin posibilidad de moverse, no uno o dos años, como es normal en el resto de administraciones públicas, sino 8, 10, 12 o incluso 17 años.
La legislación europea y la española reconocen la importancia de los factores psicosociales en la prevención de los riesgos laborales y obligan a mejorar las condiciones de trabajo con el fin de prevenir los riesgos para la salud mental. Los investigadores coinciden en lo saludable de los cambios tanto para el profesional como para la organización, la posibilidad de cambiar de actividad motiva a los empleados y los obliga a ser más creativos. Aunque el trabajo pueda ser el mismo, el encontrarse con otros profesionales, equipos o usuarios enriquece al profesional, mejora al equipo y beneficia de paso a la población atendida.
El origen del daño en el síndrome de burnout es la “indefensión aprendida”. Los profesionales se acaban resignando con los años y llegan a creer que no hay nada que hacer, que el problema no tiene solución. Si se da la espalda a los problemas, casi siempre éstos atacan por la espalda.
Seguro que no es este el único factor que genera burnout en el facultativo, pero hay acuerdo en que es un factor importante y fácilmente solucionable por la administración sanitaria. Los profesionales hemos de abandonar la indefensión y el conformismo para reclamar que cada año, a lo sumo cada dos años, se convoquen oposiciones y traslados previos con el 100% de las plazas vacantes. Es esta una cuestión de justicia, que favorece la salud mental del profesional y la empresa y que redundará sin duda en una mejora de la atención sanitaria al ciudadano.