Levante (EMV) 8 de Octubre de 2013-
No parece adecuado frivolizar sobre la prescripción farmacéutica, sobre la
profesionalidad de los médicos, su implicación en una gestión eficiente de los
recursos públicos y su compromiso con una asistencia médica adecuada y lo más
humanizada posible dadas las circunstancias. El principal problema que suponen
los algoritmos en la práctica clínica no es la limitación en la libertad de
prescripción como han insistido algunas voces, ya que si estos son correctos o
basados en guías clínicas, nuestra libertad no debe verse en principio
amenazada. El problema principal de los algoritmos es que están aún por pulir,
con un desarrollo informático con importantes deficiencias y una complejidad de
difícil encaje en la práctica clínica diaria. Esto nos roba, por así decirlo, un
tiempo valioso en la atención directa a nuestros pacientes, dificultan el acto
médico y perjudican la relación médico-paciente. En definitiva, deterioran la
calidad de la asistencia médica, ya comprometida por los recortes. Por eso,
algoritmos, bienvenidos, con la misión de mejorar la prescripción y no sólo el
ahorro, pero con un diseño informático con los problemas ya resueltos y
adecuando los tiempos de consulta asignados a cada paciente y los cupos de
pacientes de cada médico.
Concha Ferrer Tuset. (Especialista de Medicina Interna) Valencia. Vicepresidenta
del SIMAP
Este texto del SIMAP es contestación de una columna de opinión de Julio Monreal
que a continuación reproducimos:
Grajeas para un algoritmo
02.10.2013
Julio Monreal
Andan los médicos de primaria y especializada en la Comunitat Valenciana que
muerden con el programa ese de algoritmos que Sanidad les ha instalado en sus
ordenadores y les obliga a utilizar para rebajar la factura farmacéutica por la
vía del control estricto de la medicación que se prescribe. En contra de lo que
pueda parecer, un algoritmo no es una enfermedad nueva, sino un «conjunto
ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema».
Y el problema es qué recetar a una señora mayor con colesterol pero sin riesgo
cardíaco. La máquina le dice al doctor lo que ha de consignar, al marcarle un
camino único hacia el medicamento. No hay margen de elección. Si tiene 170 de
colesterol, una grajea de estas con la cena. Los visitadores médicos están
perdidos y, por ello, también los organizadores de viajes de incentivos a
Cancún. Ahora sólo irán los informáticos, que son quienes crean el algoritmo,
nuevo rey de la sanidad.